El concepto Passivhaus, o casa pasiva, es un método de construcción nacido en Alemania a principios de los años 90 y que se ha expandido al resto del mundo. Este tipo de viviendas, son conocidos por su bajo consumo de energía y por su precio asequible, además de por su diseño confortable.
El objetivo de estas edificaciones es simple: reducir al mínimo en consumo energético por medio de medidas pasivas, como el aislamiento o la orientación del edificio, para mantener en el interior una temperatura confortable sin necesidad de calefacción o aire acondicionado.
Principios básicos de las casas pasivas
Planificación y diseño
Una casa pasiva se diseña a partir de un estudio bioclimático del entorno que analiza la orientación y la exposición solar. De este modo, se proyecta la vivienda aprovechando mejor el sol como fuente de energía natural.
El aislamiento térmico
Un buen aislamiento térmico contribuye a minimizar las pérdidas o entradas de calor dentro de la casa pasiva, cuanto menores sean estas pérdidas menos energía en climatización necesitaremos utilizar para lograr la temperatura de confort. Para lograr un buen aislamiento térmico en las casas pasivas se utilizan materiales orgánicos y biodegradables como la fibra de madera, la celulosa o el algodón reciclado para crear un abrigo exterior que envuelva todas las fachadas y las cubiertas.
Puertas y Ventanas
Son puntos ‘débiles’ por donde se producen más pérdidas de calor o frío. Para evitarlo, en una casa pasiva se instalan ventanas de madera por ejemplo laminada para reducir esta pérdida energética.
Los puentes térmicos
Un buen aislamiento también ayuda a eliminar los puentes térmicos, es decir, aquellos puntos de rotura de la superficie aislante de las viviendas. En las casas pasivas se trabaja para eliminar estos puentes y disminuir las pérdidas de calor para así evitar, por ejemplo, la aparición de humedades causadas por la condensación.
Sistema de ventilación con recuperador de energía y climatización
Para reducir el consumo de energía en una casa pasiva se instalan sistemas de calefacción o refrigeración alimentados con energías renovables. Por ejemplo, las placas solares fotovoltaicas para producir electricidad o placas de energía termosolar para cocinar alimentos o producir agua caliente.
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